Los enemigos de la alcaldesa


Fuerzas oscuras arremeten en contra de la alcaldesa de Guayaquil. Su pecado es haber levantado una ciudad de sus momentos más duros y oscuros. No le perdonan que la administración municipal de la mano de ella brille en medio del abandono estatal en la peor crisis sanitaria jamás registrada en la urbe porteña.

Hoy se pretende juzgar, desde las redes sociales, la gestión de la alcaldesa. Hay canallas que se aprovechan del anonimato para lanzar lodo y toda clase de cizaña sobre su vida familiar. Nada más miserable que eso.

Se la tienen jurada a la alcaldesa. Lo único que pretenden es crear un imaginario de corrupción alrededor de la administración municipal, llenar de dudas a la ciudadanía. Es la típica treta política: denunciar, desprestigiar y pescar a río revuelto. Buscan agitar las aguas del manso Guayas, calentar las calles, de cara a las elecciones seccionales. Ya están en una feroz campaña política. Han comenzado incendiando las redes con ejércitos de troles, audios falsos, fake news, memes cargados de fobias.

Estos mal hijos de Guayaquil, las hay también mujeres, que revolotean como aves de rapiña alrededor el Sillón de Olmedo, lo quieren a toda costa, aunque para ello tenga que rodar la cabeza de la burgomaestra y la reputación de su familia. Tan simple y llano como eso. Eso es lo que está en juego. El resto son escaramuzas de micrófonos o tinta, detrás de los cuales hay inconfesables intereses; tontos útiles en espacios televisivos, unos cuantos vivarachos que pululan alrededor del presupuesto municipal y que arengan un falso espíritu de Torquemada.

A la alcaldesa se le puede pedir explicaciones por su gestión, por sus obras, pero jamás por su vida privada, mucho menos por ser mujer. Hizo bien la alcaldesa en pedir la intervención de la Fiscalía y la Procuraduría, al fin de cuentas son los órganos de control los que deben determinar si hay o no dolo en la contratación de la obra pública municipal. Mientras esto no suceda los guayaquileños asistimos perplejos a una cobarde y bien orquestada agresión en contra de la administración municipal.

Sus odiadores no asimilan aún que una mujer esté sentada en el Sillón de Olmedo, no descansarán hasta consumar su femicidio político. Los enemigos de la alcaldesa son los mismos enemigos de siempre de Guayaquil.

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