El voto, la única vacuna contra el correísmo

 Lasso, Arauz y Yaku, los tres del pelotón con opciones reales de pasar a una segunda vuelta. Al menos eso dicen las encuestas válidas, truchas o de carne y hueso. Más fácil ha resultado decir por quién no votar, y en eso coincidimos la mayoría.

Desgranada la mazorca usted pone el orden que quiera verlos, según su preferencia electoral. Quedan fuera de la lid el escopolaminado, el amigo de las FARC, el aristócrata español venido a menos, el denunciólogo, la excorreísta, los tiktokeros, arribistas, noveleros y aquél que dice participar de buena fe. Este gajo de buenos para nada no llega al 10 % de la intención del voto. Un gasto púbico desperdiciado y una zancadilla para quien tiene posibilidad de ganar.

Estamos en la recta final. Será una semana dura para los aduladores, los troles, las fake news. Es de repley, las propuestas que más destacan no son las que constan en el plan de gobierno, sino las más demagógicas. Ergo, la mecha de la dinamita.

Los tres opcionados dicen defender la continuidad de la dolarización, la cereza del pastel. Pero uno miente, sí ese mismo, miente y de manera descarada. Sino recordemos las palabras del candidato bananero en el 2006, en el debate de la Cámara de Comercio de Guayaquil, que repetía una y otra vez, como queriendo adelantarse en el tiempo: "Esa sonrisa falsa, esa sonrisa falsa". Quince años después, los hechos le dan la razón a Álvaro Noboa.

No nos engañemos. Para Correa y su banda lo que está en juego es su impunidad. La dolarización les vale tres atados, por eso no les importa comprar los votos a 1.000 dólares cada uno y sembrar con ello una bomba de tiempo.

El 7 de febrero, día de las elecciones, debemos salir todos a votar por la dolarización. Ese día tenemos que vacunarnos, de una vez por todas, de la cepa más peligrosa: el correísmo. El voto es a lo único que le temen.

El voto nulo o blanco no es una opción. Tampoco no ir a sufragar por temor al contagio. Escoger entre el bueno, el malo y el feo, me quedo con el primero.

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