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Mostrando entradas de junio, 2020

Un día sin IVA, ¡por qué no!

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Un día sin cobrar el impuesto al valor agregado (IVA). Quizás un domingo o un feriado, de manera temporal y sectorizado, para estimular la oferta y la demanda. Para entonces las ciudades deben estar fuera de la cuarenta y levantado las restricciones de movilidad. La tasa cero de IVA se aplicaría a los consumos en todos los bares, restaurante y los hoteles del país. En Alemania, por ejemplo, se rebajó de manera temporal la tasa del IVA del 19 % al 16 %, en el sector turismo. Muchos dirán Alemania es un país rico, Ecuador no. Colombia, en cambio, implementa tres días sin IVA (19 %) en compra de vehículos, electrodomésticos, computadores, juguetes y útiles escolares, elementos deportivos, vestimentas, entre otros. Con topes en los montos de compras. También hay que aprender de los errores de otros. El primer día sin IVA, en plena pandemia, fue una cosa de locos. Desde el punto de vista de la reactivación fue un éxito. En lo sanitario deja lecciones para no repetir: largas filas y aglomera

¡Hey, Arconel y CNEL, no es suficiente!

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Las miradas y los comentarios son de enojo. Largas filas para llegar hasta las ventanillas de reclamo de la empresa eléctrica de Guayaquil lo dicen todo: son rostros indignados de gente que se expone al contagio del coronavirus con tal de defender el último dólar del bolsillo familiar, de por si esquilmado por la pandemia y el alto costo de la vida. Los desencuentros entre las empresas eléctricas estatales y los usuarios son de larga data. Se me viene a la mente Hidra de Lerna, de la mitología griega, ese monstruo del inframundo de mil cabezas y aliento venenoso, que tenía la capacidad de regenerar dos cabezas cada vez que perdía una. Hércules la mató. Esta ficción tiene mucha semejanza con lo que pasa hoy. Un sector eléctrico policéfalo y enormes tentáculos (Arconel, CNEL, etc.), tratando de cobrar planillas de dudosa reputación. No es la primera vez. Un hecho anecdótico lo dejó registrado hace muchos años atrás el expresidente Carlos Julio Arosemena Monroy, muy llevado a lanzar frase

No basta con gritar ¡cojan al ladrón!

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No basta con indignarse, hay que actuar. No les importó el sufrimiento, el dolor y la angustia que nos infligía por dentro la pandemia del coronavirus. Todos o casi todos hemos perdido un familiar, un amigo, un vecino o un conocido en esta tragedia llamada global. Nada de eso los conmovió, lo único que tenían en mente era robarse la plata de los afiliados a la seguridad social, mientras otros velaban -a la distancia- a sus seres queridos. Se aprovecharon del dolor ajeno. Se adjudicaron contratos truchos. Se levantaron con la plata. Quisieron fugar en avioneta y saborear la miel de sus fechorías en otros lares. Pero se olvidaron que la avaricia y la envidia, ambos pecados capitales, se pagan aquí. Habrá quien lo llame castigo divino, eso nunca lo sabremos, tal vez en el juicio final, por lo pronto enfrentan la justicia terrenal. Todos se indignan, todos gritan:¡cojan al ladrón!, pero nadie lanza la primera piedra. Lo cierto es que muchos más morirán -Dios no quiera- por falta de insumos