¡Hey, Arconel y CNEL, no es suficiente!


Las miradas y los comentarios son de enojo. Largas filas para llegar hasta las ventanillas de reclamo de la empresa eléctrica de Guayaquil lo dicen todo: son rostros indignados de gente que se expone al contagio del coronavirus con tal de defender el último dólar del bolsillo familiar, de por si esquilmado por la pandemia y el alto costo de la vida.

Los desencuentros entre las empresas eléctricas estatales y los usuarios son de larga data. Se me viene a la mente Hidra de Lerna, de la mitología griega, ese monstruo del inframundo de mil cabezas y aliento venenoso, que tenía la capacidad de regenerar dos cabezas cada vez que perdía una. Hércules la mató.

Esta ficción tiene mucha semejanza con lo que pasa hoy. Un sector eléctrico policéfalo y enormes tentáculos (Arconel, CNEL, etc.), tratando de cobrar planillas de dudosa reputación. No es la primera vez.

Un hecho anecdótico lo dejó registrado hace muchos años atrás el expresidente Carlos Julio Arosemena Monroy, muy llevado a lanzar frases incendiarias y lapidarias, cuando en una ocasión refiriéndose a la telefónica estatal Ietel, en ese entonces ícono de la ineficiencia y corrupción, dijo: “Para que mejore el servicio telefónico en el Ecuador, Ietel debe morir". Ietel no murió, lo que hay es una versión mejorada.

Esta es la historia de siempre. Acaso ya nos olvidamos que el año pasado, por este mes, también se denunció el cobro excesivo por una errada lectura de medidores de una empresa que tenía la concesión. O cuando hace algunos años atrás se arrancaron los medidores de las casas y fueron tirados en las puertas de la empresa eléctrica en Guayaquil. Los usuarios sin duda comienzan a extrañar los reclamos del "foco ladrón".

Medidas compensatorias, sí. Plan de pago, sí. Menores tarifas, sí. Las autoridades parecen no darse cuenta de que la crisis para las familias no termina con el fin de la cuarentena. En algún momento un encantador de culebras nos dijo que el precio kilovatio/hora bajaría una vez que entren a funcionar las centrales hidroeléctricas. Nunca ocurrió aquello. Hoy el 80-90 % de la generación de energía del país proviene de fuentes renovables.

Las autoridades han dicho que enmendarán el error en las planillas. Es lo menos que pueden decir, aunque no es suficiente. Primero deben devolver los valores cobrados en exceso, hacer una relectura real y no presuntiva de los medidores, que es un robo. ¡Le deben una disculpa pública al usuario!

Dejar pasar tamaña ineficiencia o error descomunal es alimentar el repateo social incubado en el fondo del alma de un pueblo de por si cabreado por tanta corrupción y desatino de un Gobierno que agoniza políticamente en su último año de gestión. (III)
































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