No basta con gritar ¡cojan al ladrón!



No basta con indignarse, hay que actuar. No les importó el sufrimiento, el dolor y la angustia que nos infligía por dentro la pandemia del coronavirus. Todos o casi todos hemos perdido un familiar, un amigo, un vecino o un conocido en esta tragedia llamada global. Nada de eso los conmovió, lo único que tenían en mente era robarse la plata de los afiliados a la seguridad social, mientras otros velaban -a la distancia- a sus seres queridos.

Se aprovecharon del dolor ajeno. Se adjudicaron contratos truchos. Se levantaron con la plata. Quisieron fugar en avioneta y saborear la miel de sus fechorías en otros lares. Pero se olvidaron que la avaricia y la envidia, ambos pecados capitales, se pagan aquí. Habrá quien lo llame castigo divino, eso nunca lo sabremos, tal vez en el juicio final, por lo pronto enfrentan la justicia terrenal.

Todos se indignan, todos gritan:¡cojan al ladrón!, pero nadie lanza la primera piedra.

Lo cierto es que muchos más morirán -Dios no quiera- por falta de insumos y medicinas en los hospitales del Iess, con o sin pandemia. La pregunta que cabe aquí es a quién le importa la salud de los afiliados, los recursos aportados. Los malos administradores bien, llegan, roban y se van, mientras los afiliados se quedan sin medicina.

Quiero pensar que los afiliados aún están aturdidos por los estragos causados por el covid-19, y preocupados porque miles se han quedado sin trabajo. Sino fuera por las valientes denuncias de periodistas de investigación y la acción decidida de la Fiscalía General, los afiliados estarían en la completa indefensión y a merced de funcionarios deshonestos.

¡Por Dios es la plata de los afiliados la que se roban! Reaccionemos ya. Pregunto si la actual administración del Iess ha puesto una denuncia, una acusación particular, en la Fiscalía. No hablo de entregar documentos y colaborar con la Justicia. No, no me refiero a eso.

Será acaso que ya es hora de una reacción de multitud. Digo. De salir a las calles y exigir administradores probos y la recuperación de los recursos robados, al margen de la sanciones penales para quienes están involucrados en los actos de corrupción.

Lo otro. Saber quién puso a esos delincuentes en cargos administrativos del Iess es otra historia. Nadie sabe nada, nadie vio nada. Nadie da razón de cómo llegaron a esos cargos, quién los puso en esos puestos claves en la compra de insumos médicos. Nada.

La indignación no debe quedar en la calentura de las sábanas. Porque debemos también pesquisar a los anteriores administradores, algunos de ellos están libres y con cargos gubernamentales.

Todos sabemos que no hay reparto sin repartidor.

Los que detentan el poder le están viendo la cara de pendejos a los afiliados. El siguiente capítulo, más bien el epílogo, lo tienen que escribir los afiliados, pero en las calles, empoderados de sus derechos. ¡Es hora de actuar!, de lo contrario perderemos al Iess en las garras de los corruptos. (III)


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