Estallido vs Octubre


Son dos libros de autores distintos. Lecturas diferentes de un mismo hecho, con visiones opuestas de un país, de una sociedad que queda orillada entre ambas posiciones antagónicas. El enemigo de Estallido es el mercado, el capitalismo, el extractivismo. En cambio, Octubre trata de evidenciar los intereses inconfesables que estuvieron detrás de las protestas.

Los autores de Estallido, Leónidas Iza y otros, hurgan en ese enemigo invisible, en las fuerzas del mercado, para alimentar las razones de su odio hacia ese sistema capitalista tan esquivo para la Pacha Mama. En resumen, fue una rebelión, dicen. Son más de 350 páginas de una narrativa combativa endulzada con reivindicaciones ancestrales, en donde el enemigo ya no es la corona española si no Adam Smith, John Maynard Keynes o Milton Friedman. El enemigo de Iza ha mutado, pero se da tiempo para ir a joder al monumento de Isabel La Católica, en Quito, como para no olvidar añejos resentimientos.

Octubre, de la autoría de María Paulo Romo y Amelia Ribadeneira, en cambio nos cuenta, desde la perspectiva gubernamental, qué hubo realmente detrás de esa bronca indígena. En opinión de sus autoras fue más que un golpe de estado, fue un ataque a la institucionalidad democrática del Estado, a la población civil cerrando las fuentes de aguas o cerrando pozos petroleros; secuestrando policías y militares lanzando arengas golpistas.

En palabras de la ministra, se buscaba no solo derrocar al Gobierno sino dejarnos sin instituciones para cubrir con el manto de la impunidad al correísmo.

Pero no todo son contradicciones y desencuentros entre ambos libros. Hay una coincidencia: el detonante, la bomba molotov, que incendió la capital fue el alza de los precios de la gasolina y el diésel, a partir de sus propias entelequias ideológicas, los autores y autoras, construyen sus particulares teorías conspirativas.

En octubre se cruzaron los límites. Lo que vimos y tenemos registrado en la memoria es que la capital fue sitiada y anarquizada por vándalos indígenas o no. No fue una rebelión, fue un asalto a Quito. Una Contraloría en llamas. Eso fue lo que se vio. Leónidas Iza y Jaime Vargas deberían estar preso. Se valen de argucias, de leguleyadas, para evadir la justicia y de un Gobierno que ya está de salida y no quiere parecer perseguidor.

Del Estallido de Iza y de Octubre de Romo solo nos quedan lecciones y escenas irrepetibles. Ha transcurrido un año y cuál es el balance: precios de combustibles liberados e impunidad para quienes vandalizaron y saquearon la capital.

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