María Eulalia
Su historia se hizo viral. La imagen publicada mostraba a María Eulalia entrando con dificultad a la cárcel, apoyada por una de sus hijas. Conmovió al país. La opinión pública desató su ira en las redes en contra de los jueces. Los tuiteros enseguida trajeron a colación otros casos mucho más graves con sentencias benevolentes.
Recordemos el caso del papá del exvicepresidente Jorge Glas, que violó una menor de edad, fue condenado, y nunca pisó una cárcel. Hasta hoy su destino es un secreto guardado bajo siete llaves. Más pesa el poder político y las influencias, dice un estribillo de una popular canción "la cárcel es para los pobres, lo he comprobado, a los ricos le ponen fianza y un abogado...", cuanta verdad en este verso urbano.
La justicia selectiva, la impunidad, acompañada de la deshonestidad de ciertos jueces y tribunales, es lo que causa indignación y desconfianza en los operadores de la justicia.
Al ilustre jurista penalista Jorge Zavala Baquerizo se le atribuye haber dicho la irónica frase de que el mejor abogado es "don dinero". Al edificio de la Corte Provincial de Justicia, ubicado en pleno centro de Guayaquil, se lo conoce en el imaginario colectivo como "el palacio de la moneda", hasta la fecha nadie me ha sabido decir por qué, tampoco lo quiero averiguar.
La solidaridad para María Eulalia no se hizo esperar. Un diligente y humanista abogado ha presentado el recurso de hábeas corpus. El presidente también se ha impresionado por el caso y ha ordenado tramitar el indulto.
El pueblo llano se ve reflejado en María Eulalia. Si se quiere no tanto por que crea en su inocencia, no. Es más bien por ese añejo sentimiento de rechazo a un sistema de justicia manoseado y mañoso que privilegia la desigualdad ante la ley. (I)
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