Francotiradores


Los hay por montones en la política ecuatoriana. Pertenecen a un pasado nostálgico y sin retorno. Viven anclados en el pasado, son incapaces de ver más más allá del momento político que les tocó vivir. Buscan notoriedad pública y se camuflan muy bien en la jungla de las redes sociales con trajes de exmandatarios, exministros, exfuncionarios, periodistas, analistas, exembajadores. También los hay tránsfugas. La lista es larga.

Sus exégesis de la problemática del país vienen en videos y tuits colgados en las redes. También salen en la televisión. Sus puntos de vistas, casi siempre van revestidos de una aureola sacramental. Son la última Coca Cola del desierto. Así se ven ellos. El comentario depende más del tamaño del espejo que tienen en casa y no de los intereses del país.

Ya comenzaron a apostarse en sitios estratégicos. La mira telescópica apunta directamente a Otto Sonnenholzner y a la consulta popular de iniciativa ciudadana mentalizada por Jaime Nebot. La descalificación, en el caso del exvicepresidente viene por el lado de la renuncia antes del período para el que fue designado. En el segundo caso porque las reformas legales propuesta para lograr un Ecuador próspero no contemplan cambios estructurales o que no hacen falta porque con un buen funcionario se pueden aplicar. La pregunta que surge es por qué no se hizo antes.

La diferencia que hará esta consulta es la sanción administrativa que recibirá el ministro al no cumplir con la norma legal.

Entre esta especie en vías de extinción hay unos que destacan de otros, ya sea por su seguidores en las redes sociales o porque sencillamente tienen cara de bonachón. Los hay de barba plateada y con un rosario de chistes a cuestas, de muy mal gusto, pasando de referentes políticos a francotiradores.

El origen del término se remonta a la guerra franco-prusiana (1879-71). Los prusianos los bautizaron como franc-tireurs (tiradores francos). Siendo más actuales, la versión moderna retrata la vida del célebre navy seal Chris Kyle, en la película dirigida por la leyenda viva, Clint Eastwood. Netflix la tiene en cartelera.

Nuestros francotiradores criollos no dan la talla para una película de Hollywood, simplemente están a favor de los que están en contra y en contra de los que están a favor. Crecen como la mala yerba al igual que sus ácidas críticas. Están cómodamente sentados delante de un monitor y con acceso a la internet, y desde ahí tratan de abatir, a los que ellos consideran sus enemigos. En realidad los enemigo del pueblo, son ellos mismos con esa visión empañada y melancólica, de que todo tiempo pasado es mejor. (I)









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