Muerto el perro, muerta la rabia
Nunca antes ha tenido tanta fuerza este axioma popular. Hay un silencio en las redes. Se percibe un ambiente de desasosiego, de labor cumplida. La denuncia, primero, de dos valientes periodistas, y luego la acción decidida de la fiscal general del Estado han logrado lo impensado. Un expresidente condenado a 8 años por corrupto no es cosa de todos los días ni pelo de rana. Ya hubo otro exmandatario que se vio envuelto en actos de corrupción, que lo antecedió y hoy guarda arresto domiciliario. Es una mancha enorme de vergüenza en el orgullo correísta. Diminuta, si se quiere, frente al amplio listado de crímenes cometidos durante el correato. Condenas pendientes como el secuestro de Balda, son fantasmas que seguirán rondando el sueño del exdueño del país. Al Capone no terminó en Alcatraz por el grueso de sus crímenes sino por uno pequeño: no pagó los impuestos. A Rafael Correa le pillaron un "préstamo" de 6.000 dólares con fondos provenientes de los sobornos. En el juicio se pro...